domingo, 26 de diciembre de 2010

Reflexiones navideñas sobre lo que tenemos, lo que queremos y lo que nos sobra.

Estamos viviendo unas fechas entrañables. Curiosamente lo entrañable en este mundo capitalista en el que vivimos va agarrado de la mano de "consumo". Nuestra Navidad será más feliz cuanto mayor haya sido el consumo en la familia: mariscos más caros, comidas más exclusivas, más regalos, y en definitiva todo será mejor si es "más".

En vez de Feliz Navidad deberíamos decir Feliz Consumo (sí, sí, con mayúscula) , porque si a la Navidad le quedaba algo de sentido; si conservaba algo del llamado espíritu navideño, hoy podemos afirmar que lo ha perdido por completo. ¿Qué coño tendrá que ver inflarse a comer, a comprar y a comer más aún con que Jesucristo nazca?
En las calles, la costosa iluminación alumbra a todas las personas que se dejan su dinero en regalos materiales, ya sabéis, porque vienen los Reyes, y si no nos traen lo que queremos ya no somos felices.

Millones de familias se reúnen en el calor del hogar, alrededor de largas mesas en las que abunda todo. Y como testigos se encuentran un árbol decorado como si fuese una jodida vieja, de las que chochea y se pone mil millones de adornos coloridos catetos, con unas luces en plan puticlub, y un Belén. El Belén que está presente, en mayor o menor medida, en casi todas las casas. El mismo Belén que representa el nacimiento del hombre que no quería nada de lo que ahora es testigo.

Pero quién soy yo para decir nada. Sólo puedo (y debo) decir que somos unos egoístas hipócritas. Y lo sabemos, y nos callamos. Qué triste. Qué bien se vive en la ignorancia, joder, y qué bien se nos da hacernos los "longuis". No vamos por buen camino, no vamos a ninguna parte.

¿Sabías que para que cada persona del primer mundo pueda mantener su nivel de vida tiene que haber 8 personas en el tercer mundo explotadas, cobrando salarios de mierda? En fin, datos curiosos...

¡Qué menos que reflexionar un poco entre gamba y gamba!



Nadie entiende al hijo de Dios...

3 comentarios:

  1. Triste, pero cierto. Qué bien que se nos da hacernos los longuis, te doy toda la razón. A mí, particularmente, todo eso me da náuseas, sin exagerar. Pero aquí nadie se libra, sin ir más lejos, ya ha pasado Nochebuena, y buena la que se ha liado ya entre comida, regalos innecesarios, etc. La verdad es que estas fechas me provocan un poco de malestar, de repugnancia, pero hacia mí misma, en concreto, y un poco hacia la gente, en general. Es la época del año en la que más dinero se suele acumular en el bolsillo y en la que más se despilfarra. Me da rabia porque me paso todo el año con cuidado en lo que gasto o dejo de gastar, y es llegar estos días y desperdiciarlo. En fin, que odio los excesos x) Gran reflexión Leo, hay que pensar en estas cosas, aunque no estoy muy segura de que podemos hacer, excepto ir con las madres a la compra y quitar cosas del carro x)

    ResponderEliminar
  2. Ya LEO, pero aunque lo reconozcamos, lo más triste es que no lo vamos a cambiar porque realmente no queremos renunciar a regalos, a comidas copiosas ni a fiestas degeneradas....Así es el ser humano por naturaleza: EGOÍSTA

    ResponderEliminar
  3. Tenemos que poner más de nuestra parte, porque como no cambiamos las consecuencias pueden ser nefastas...

    ResponderEliminar