jueves, 11 de noviembre de 2010

La niña de la sonrisa en la que confluía lo pícaro, lo bello y lo dulce.

El ruido dejó de serlo un poco menos cuando tú y yo nos sonreímos. Recuerdos de antes de ayer. Bajo miles de  luces de colores me acerqué lentamente a ti mirándote con la delicadeza con la que siempre te han mirado estos ojos. Pequeña y frágil. No importó la música, pues tú, con tu dulce mano me invitaste a un baile que no rechacé. Yo te cogí de la cintura y bailamos suavemente olvidando nuestras abismales diferencias. Agaché la cabeza y en pocas palabras nos dijimos muchas verdades que durante años habían sido sepultadas, las más bellas verdades, porque juro que no mentí cuando te dije que yo te he querido mucho, más que a nadie en este mundo, como ahora juro que no querré a nadie como a ti te quise, porque es imposible.

Porque el pasado, pasado es, pero nunca está de más echarle un vistazo y acariciarlo con mimo, y recordar esa sonrisa en la que confluían lo pícaro, lo bello y lo dulce...

8 comentarios: