He bebido ron hasta perder el control; me he codeado con muchos y muy importantes bucaneros, a los que he odiado y alabado; he navegado por los más inhóspitos mares; me he enfrentado con siniestras criaturas, y prueba de ello son las cicatrices que recorren mi cuerpo; he creído ser corsario, cuando no era más que un comerciante tatuado con miles de falsedades y una pata de palo de pega; he viajado a la deriva con una brújula desorientada cuyo norte era mi sur, engañándome y perdiéndome por espumosos océanos de fuego ya descubiertos, y es que he jugado a ser Colón con un bote salvavidas.
Ahora he atracado. Toco la tierra firme. Salto, corro y ruedo. Y río. Y me miento. Y muero por dentro, porque lo mío es la mar, pero no puedo ir a un lugar que no sé dónde está, y más aún si no sé ni dónde me encuentro.
El mar, la mar... Pero me da miedo la enormidad, así es que, mientras me alojo en una posada, esta posada, buscaré un mapamundi, mi mapamundi...
-Y aprenderé a nadar para buscar los tesoros escondidos en el fondo del mar.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario