jueves, 26 de mayo de 2011

Drama Blues

Al más puro estilo dramático del automatismo del puzzle; con el mobiliario de mi cuarto pidiendo a gritos y en silencio una explicación.
Hay restos de felicidad en los rincones, donde las pelusas habitan, y hay una pila de discos de los míos cogiendo polvo. Hay, también, una cama desecha y hay un ‘yo jodido’ sobre ella, escuchando con atención el silencio, sólo violado por la música. Sonaba Quique. Y cuando digo Quique digo Lapido, y cuando digo Lapido digo Rock’n’Roll recorriendo mis venas. Total, sangre no me queda.

Sinceramente, quemaría muchas cosas de mi cuarto,  y empezaría por las cortinas. No sé por qué. He de reconocer que no son feas; tampoco excesivamente modernas o bonitas. Supongo que será la pinta de dramáticas que tienen. Se les habrá pegado de mí, digo yo. Es posible que las odie tanto porque no me dejan ver cómo se desliza el viento por las hojas de ese árbol. Aunque también es posible que sea porque, cuando no las corro, no puedo saber si la persiana de Laura está subida o bajada. Y eso es un problema pues me gusta intentar adivinar si ella está en casa.

Los miércoles viene Encarni a limpiar. Lo deja todo ordenado. Es genial, porque en una mañana deshace el desorden en el que yo he trabajado durante toda la semana.  

Hoy ha sido miércoles y el orden milagroso de Encarni ha magnificado el drama haciendo de él un arte. Y juraría que hoy el cuarto se ha hecho dos o tres veces más grande. Eso, o yo me he hecho más pequeño. No lo sé, sólo tengo claro que hay días en los que daría fuego a mi cuarto, a lo estándar de la situación y a mí mismo, por decir algo.

-Buenas noches y buena muerte.-

Pequeño Rock'n'Roll, sudando en el jardín.
Nunca quiso ser de nadie.
Ya sé que estás en otra, amor.
Pequeño Rock'n'Roll, 
ya sé que estás a punto de decirme adiós.

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